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A La buena de Dios
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Leonardo Simoniello
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Los descontroles existentes en materia de prevención y seguridad
exponen a nuestra sociedad en un estado de indefensión y vulnerabilidad
En los últimos tiempos, una serie de acontecimientos han sacudido la sensibilidad de la sociedad. Estos, si bien diversos en su naturaleza y en sus consecuencias, han tenido como denominador común la precariedad de los sistemas de seguridad, la peligrosidad de elementos del equipamiento edilicio y fundamentalmente la falta de controles. El incendio de un colectivo en la Terminal de Ómnibus, el incendio en un supermercado en la ciudad de Asunción del Paraguay y la trampa mortal que esto significó, la evacuación de los edificios de la Municipalidad como el Centro Cívico Gubernamental, el terrible y absurdo accidente que le costara la vida a la nieta del Dr. Raúl Alfonsin, y ahora una evacuación anárquica, desordenada y absolutamente desorganizada de una confitería bailable en la ciudad de Rosario poniendo en peligro la vida de una joven, todos hechos graves que ponen al desnudo falencias tanto en los controles casi inexistentes, como en materia de medidas preventivas y características edilicias. Todo estas sensaciones de inseguridad de desvalimiento, pueden ser mas importantes cuando se experimentan en una ciudad como la nuestra que vivió en carne propia la improvisación ante el desborde del Río Salado que también arrasó con bienes y vidas humanas. Estos hechos han ido pasando, sucediendo y pareciera que con el transcurrir del tiempo, como casi todo, uno va pisando a otro y las cosas se van olvidando, como esperando que otra vuelva a suceder, impactando nuestra sensibilidad apareciendo nuevamente los mismos interrogantes. Porque si bien las circunstancias o las naturalezas de los ejemplos planteados tienen sus cuantitativas y cualitativas diferencias, la pregunta siempre es la misma: ¿De quienes son las responsabilidades? ¿Quién o quienes son los encargados de velar por la seguridad pública?. ¿Quién en una contingencia, debe garantizar que las cosas funcionen? ¿Con qué grado y posibilidad de control ha quedado un Estado verdaderamente diezmado por políticas liberales que han minimizado a su máxima expresión ciertas potencialidades? A medida que crecen la cantidad de interrogantes y en la medida que no haya respuestas, podrán pasar los hechos, pero la sensación que se empieza a experimentar y cada vez con mas fuerza es la misma, la vulnerabilidad en la que estamos inmersos en la vida cotidiana. Nos sentimos vulnerables cuando, un extintor que debería funcionar no funciona, cuando no se han instalado hidrantes donde deberían estar, cuando puertas y sistemas de emergencia no existen, cuando las mangueras están rotas, cuando un simple vidrio de una puerta se transforma en un arma letal, cuando un sistema de defensa simplemente no está. Nos sentimos vulnerables cuando estas preguntas no tienen respuestas o simplemente cuando los que deberían darlas no la dan. Nos sentimos vulnerables cuando existen normas que no se cumplen ni se controlan, o simplemente cuando se hace la vista gorda ante evidentes incumplimientos. Estas preguntas deberían tener respuestas. Lamentablemente no las tenemos, y, como decían las señoras de antes, estamos a la buena de Dios. La situación en la ciudad de Santa Fe Si bien no todas las situaciones enunciadas sucedieron en nuestra ciudad, no nos cabe ninguna duda que existen condiciones como para que en el caso que pudieran suceder, puedan tener similares consecuencias. Cuando nos preguntábamos quien o quienes son los responsables de velar por la seguridad en los edificios públicos o privados, es necesario fijar nuestra atención en el cumplimiento de las ordenanzas existentes. En este sentido las contestaciones que realiza el DEM a requerimientos del Concejo son verdaderamente preocupantes. Hace algún tiempo presentamos un pedido de informes al Departamento Ejecutivo Municipal referido a los controles efectuados a los elementos existentes para prevenir incendios, evacuación en caso de siniestros, salidas reglamentarias de emergencia y sus señalizaciones, inspecciones por parte de la Agrupación de Bomberos Zapadores y un conjunto de inquietudes referidas a la seguridad. La contestación tanto de la Dirección de Edificaciones Privadas, como del Departamento de Habilitación de Negocios no son precisamente tranquilizadoras. Sintetizando, se nos dice que: una vez habilitados los locales, tanto en el aspecto edilicio como eléctrico, no es competencia de ese Departamento -de Habilitación de Negocios- verificar que los mismos posean dichos extintores. Se nos contesta también que se desconoce si la Agrupación de Bomberos Zapadores de la U.R.1 realiza inspecciones periódicas a locales públicos o privados. Tampoco es incumbencia de ese Departamento disponer o ejecutar planes de evacuación de locales en caso de incendio. No forma parte de ese Departamento formar personal para emergencias, y otras no incumbencias de la repartición que es la que contesta el pedido de informes. Una vez más, nos encontramos con que los marcos legales están previstos, existen Resoluciones y Ordenanzas que prevén un conjunto de medidas que hacen a la seguridad y a la precaución, como la Resolución Nº 10.286 se dispone un convenio con la Agrupación de Bomberos Zapadores, otra legislación de fondo referido a construcciones, salidas de emergencia, entre otras. Posiblemente algunas podrán requerir su actualización legislativa o reglamentaria, pero las normas existen, como también existen Organismos o Instituciones para colaborar en estos temas. Pero una vez más nos encontramos con respuestas un tanto indolentes y descomprometidas como lo son las de quien debería ser el brazo ejecutor de políticas de prevención como el Departamento Ejecutivo Municipal, quien muchas veces no cumple con lo previsto, no hace cumplir lo que se debería cumplir. Seguramente quienes han pregonado, durante los últimos años la destrucción del Estado, también deberían hacerse cargo de la ausencia de éste, cuando el control y la seguridad deben garantizarse, aun cuando vaya en contra de los intereses del mercado. Este es el "modelo" de vida que nos impusieron y en el que muchos se sintieron cómodos y regocijantes, aún algunos que hoy lo critican. Este también es un exponente del achicamiento del Estado y su degradación diluyendo los esquemas de protección necesarios para cualquier sociedad. Este es también un triunfo de quienes desde el denominado mercado han acentuado el individualismo favoreciendo el descontrol y pretendieron, así como hoy pretenden dejarnos a la buena de Dios.
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