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Corrupción y Partidos Políticos
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Cuando una sociedad atraviesa por un peligroso trance, son por supuesto, las instituciones y las organizaciones, ya sean gubernamentales o no, las que deben irrumpir democráticamente sobre la situación extrema y tratar de dar alguna solución. Esto, por supuesto, me atrevo a decir debiera ser un ideal dentro de la teoría política. Pero una cosa es la teoría y otra muy diferente es la praxis propugnada sobre el escenario. Las instituciones públicas acarrean pesadas máquinas burocráticas que impiden un avance de la inteligencia y de la eficacia. Existen otras instituciones que no utilizan ningún tipo de colador a la hora de denunciar mafias corruptas, ¿Por qué?, tan sólo porque todos algo tienen que ver. Intereses que se involucran sin que den cuenta del peligro y del daño que perjudican. Y si estas no pueden hacer nada por la corrupción instalada en nuestra sociedad es porque también esta corrompida la insulsa democracia en la cual vivimos. Este principio se corrompe, a entender de Montesquieu, no sólo cuando se pierde el sentido de la igualdad, sino también cuando se adquiere el sentido de igualdad extrema , y cuando cada uno quiere ser igual que aquellos a quienes escogió para gobernar. Desde allí viene el ánimo popular de deliberar, ejecutar en lugar del los poderes elegidos para tales fines. Se pierde el respeto a las leyes y la toma de decisiones, la República se destruye, se va ahogando. Se ahogan también las buenas costumbres como la solidaridad, la voluntad, la soberanía, el orden y el amor. Particularmente, en el caso argentino existe corrupción en los dos sentidos, es decir que el daño puede llegar a ser hasta en algunos casos irreparable. También podemos decir, refiriéndonos a la corrupción en la función pública que esta es una desviación de la conducta de un funcionario público que se aparta de las normas establecidas para ponerse al servicio de importes privados. Corrupto es por tanto el comportamiento ilegal de aquel que ocupa un rol en la estructura estatal. Para ellos utilizan muchas veces como trampolín a un partido político y por supuesto se aprovechan de sus estructura permisibles y casi desgastadas para llegar a un cargo o para mantener ciertos contactos que deriven en la persecución de actitudes reprochables. La corrupción es tan vieja como la no menos extinguible prostitución; en una se prostituye el cuerpo humano y en la otra se prostituye el cuerpo social. En una el perjuicio es personal, en la otra, el detrimento es causado por pocos, y las consecuencias son asumidas por muchos. En la prostitución el placer es parte del negocio, en la corrupción el placer genera un vicio, que también es negocio. La prostitución en algunos países es legal, se ha normativizado y compite dentro del mercado como un rubro comercial más, en nuestro país la corrupción no se ha legalizado pero es verdad que muchas veces no halla trabas jurídicas ni institucionales para actuar y efectuar los oscuros manejos. Quizás las causas de la crisis actual en nuestro país han preexistido muchas veces sin que nos demos cuenta, pero una de ellas ha sido por supuesto parte de la columna vertebral del sistema, la corrupción ha ingresado de manera virulenta en todos los ámbitos que forman parte del Estado. Los partidos políticos, actores principales de la democracia proponen reformas políticas y ni siquiera se han reformado internamente. Aspiran a un cambio de arriba hacia abajo, demandando a la sociedad más participación, más compromiso, cuando ellos no lo poseen. Formulan una reforma política que actué demagógicamente, reduciendo sueldos, comprimiendo la cantidad de representantes por habitantes, quieren controlar más la corrupción, cuando ella convive día a día con ellos, en el seno de sus organizaciones. De esta manera es imposible aspirar a un cambio, los partidos políticos deben primero limpiar el fondo de la casa para luego si, barrer la basura del frente. Dentro de las posibilidades de disminución de la corrupción es necesaria la denuncia de este tipo de actos, se deben higienizar las organizaciones que han perdido la credibilidad, esta es una tarea no muchas veces simple, al contrario, es una manera mas de producir corrupción. Lo realmente necesario es la descorporativizaciòn de la política de forma que las potencias decisorias actúen paralelamente con la justicia y la transparencia. |