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La responsabilidad del Gobierno Provincial y Municipal
Por Diego Martín Poretti

               Ser responsable en nuestro país se considera cosa plenamente excepcional, casi extraña.  Cuando se auguran tiempos de elecciones las caras sonrientes y los brazos abiertos se multiplican llevando consigo marcas de involuntariedades totalmente irresponsables. Lo que ha acontecido en la provincia de Santa Fe es signo de total y clara irresponsabilidad. Los santafesinos debemos despertar de esta gran siesta, debemos firmar la defunción de una forma de hacer política que nos ha llevado a la postrimería de la agonía. Los santafesinos debemos de una vez por todas comprender que la provincia no es una estancia ni el gobernador el dueño de la misma, ante esto también debemos comprender que la política es el esfuerzo por compartir el poder y no de concentrarlo, ni mucho menos eligiendo a dedo a compinches y amigos de la vida, debemos comprender que nuestro “tan respetable” gobernador no es mas que un legado, un proyecto en marcha hace varios años de Carlos Saúl Menem, y todo lo que ello representa, lo lamentable ha sido que los santafesinos deban sufrir tanto para que los Cavuto, los Alvarez, los Maspons, los Bondesío, los Carranza, los Berli, entre otros tantos culpables paguen por los malos desempeños en la función publica. 

                   El intendente, así como también el señor gobernador no han asumido una responsabilidad personal de la cual la teoría weberiana se hace cargo, una responsabilidad que no puede ni debe rechazar ni transferir. En la función política existen dos pecados mortales; la ausencia de objetividad y la irresponsabilidad, dos pecados que han cometido nuestros representantes del poder ejecutivo, por ello deben ser enjuiciados. Los daños materiales, humanos y  psicosociales no han sido en vano, las culpas no deben deambular por allí sin hallar un castigo a los culpables y los santafesinos juegan en este sentido un papel fundamental. El funcionario, continuando con la teoría de Max Weber, esta relacionado con la política de dos formas posibles; o bien se vive de la política o bien se vive para la política. En la práctica nuestros representantes han demostrado que viven exclusivamente de la política y que se han olvidado de vivir para la política. El político que vive de la política puede ser un prebendario o remunerado, el político recibe un ingreso de honorarios o sueldo regular fijo y legal, más claro, y en algunos casos, también algún que otro ingreso irregular e ilegal. Hemos pagado el sueldo a individuos que no han actuado con suficiente racionalidad, hemos abonado el sueldo a sujetos que viven de la política, olvidando quizás que sus ocupaciones requerían mucho mas que ello. Debemos exigir no que el gobernador o el intendente sean brujos futuristas o magos con bolas de cristal, sino que posean la suficiente capacidad de intuición y mano política para llevar adelante una toma de decisiones que van más allá de estar bombeando agua, al lado de máquinas u hombreando bolsas; el gobernador y el intendente deben ser conductores, coordinadores, dirigentes ordenadores, ya no basta con la imagen de chico bueno, ha llegado la hora de la acción política. Un gobernador explicando con dibujos deformes, asuntos característicos de un ingeniero en Hídrica, o bien otro profesional entendido es poco serio, es parte de la irresponsabilidad. El fracaso de las políticas publicas post – inundación han fracasado, por distintas cuestiones; porque el oficialismo no ha podido hacer frente al clientelismo político que viene alimentando desde hace décadas, porque la inoperancia fue el rasgo primordial de la catástrofe, porque la ausencia de un Estado cortoplazista y cada día mas sustituido y por la práctica política de dueño de estancia llevada adelante por el poder ejecutivo de la provincia.

      Ahora llegará el turno de los poncio pilatos y de las desapariciones características de culpables. Santa Fe necesita de ciudadanos que entiendan la responsabilidad como un modo de vida, sin atropellos ni fanfarronerías ventajosas. El ideal del ciudadano santafecino debe ser sin dudas esperanzador, lo problemático es tejer redes sobre un objetivo claro y sólido. Claro esta que es la hora de despertar, proponer, participar y solicitar que se aclaren situaciones que oscurecen nuestra ciudad. No será beneficioso para nadie que se oculten números de victimas, que el clientelismo continue su desarrollo, que las donaciones desaparezcan, que los hijos pródigos de tal barbarie no paguen por ello. En fin, la vida en este otoño litoraleño a cambiado, lastima que para mal, lastima que la naturaleza esta vez haya encontrado socios y aprovechando la inutilidad hizo factible el caos.

      ¿Estará Santa Fe dispuesta a cambiar? Es el gran interrogante, y el que quizás muchos no podrán responder o no querrán, lo deseable puede acontecer y desatarse un cambio que pueda mucho mas que un gobernador obsesionado por quedarse solo, que un intendente maltrecho y deficiente, que ministerios, secretarias y demás organismos dependientes enraizados con servicios de asistencialismo barato, que el mismo miedo a un verdadero y revolucionario cambio.