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06/03/07
TEMA:
OTRO CAPÍTULO DEL FOLCLORE SANTAFESINO.
AUTOR:
MIGUEL A. CRESPI - Tel. 0342-156.984945

 

El tema de las inundaciones en nuestra zona es una realidad que padecemos desde siempre y el transcurrir del tiempo si bien ha hecho variar algunas circunstancias, nos hace sufrir cíclicamente similares situaciones que parecen no tener remedio a pesar de los años.

Evidentemente que la Ciudad de Santa Fe y gran parte de su área metropolitana se halla invadiendo el valle aluvial del sistema Paraná pero ello no ha restado posibilidades para que la desinteligencia del hombre insista en invadirlo para su propio perjuicio.

Solo tomando cincuenta años de historia y desde aquellos lejanos tiempos del siglo pasado, nos permiten recordar los cíclicos traslados de gente cuando los niveles hídricos superan las marcas normales y eso ocurre ante diversas cuestiones generadas de orden social y/o políticas.

En primer lugar - lo social - resulta ser que a raíz de una consolidación urbana ocurrida por gente que debido a su condición se valió del río para subsistir y con ese arraigo producido, es de casi imposible resolución. En segunda instancia - lo político - ya que se carece también a través del tiempo, de una decisión gubernamental para evitar que esos mismos asentamientos prosperen o se generen otros nuevos en forma recurrente.

Estas dos cuestiones no son menores cuando los niveles del río superan los registros normales y allí es donde comienzan los actos folclóricos consistentes en las evacuaciones, las bolsas de arena, los colchones, las zapatillas, las ollas populares, las colectas, la cantidad de evacuados, las vacunas y tantas otras cosas que si bien son necesarias e imprevisibles en algunos casos, en otros, bien se podrían evitar.

Y esto es así porque en Santa Fe, el mes de Abril de 2003, marcó muy profundamente este asunto y desde ese momento, se determinó con mucha presición el límite desde donde era imposible permitir asentamientos nuevos o ampliaciones de los existentes. Pero esto no ocurrió y la inoperancia de una gestión municipal a la que poco le interesa la gente, hizo la vista al costado y mucho más que permitir nuevas radicaciones en esos lugares de serio riesgo, los alentó bajo diversas metodologías.

A partir de allí se repite la historia aquella que algunos memoriosos registramos y comienzan esas acciones que tienen mucho de solidaridad pero también mucho de intereses políticos y económicos. Y así es porque en la emergencia se dejan de lado algunos aspectos legales porque los tiempos apremian y la situación requiere de resoluciones rápidas que eviten algunas cuestiones burocráticas para ser atendidas con mayor premura.

Ahora bien, ante este panorama, es necesario tomar determinaciones que no resulten coyunturales y que de una buena vez y para siempre, eviten estos "capítulos folclóricos" y nos permita a los santafesinos vivir con un mayor grado de tranquilidad y economía. Y esto no es muy complejo de resolver puesto que, con solo aplicar políticas coherentes, planificadas y racionalizadas, únicamente deberá asistirse a aquellos pobladores que realmente lo necesiten por cuestiones de residencia histórica pero nó, como ha ocurrido a través del tiempo y que hoy vuelve a repetir la historia, con la ventaja actual que la riada no es extrema y que, por otra parte, si lo fuera, las cosas seguramente tendrían una dimensión que no queremos ni tan siquiera poner en consideración.

Estoy convencido que hacen falta políticas estudiadas, planificadas y aplicadas coherentemente en las que tanto los pobladores, como los responsables políticos, entiendan acabadamente que contra el agua no se puede luchar y mucho menos aún cuando se pretende invadir su zona de escurrimiento natural a través de miles de años.

Por último no debemos dejar de tener en consideración la información que llega desde los estamentos técnicos que abundan en nuestra zona y que, analizados detenidamente, aspiran a confundir a la población con datos que no resultan precisos y que son "acomodados" según convenga para, como conclusión, aducir que la naturaleza superó los conocimientos técnicos.

Este es el folcore que los santafesinos conocemos desde hace décadas y que no se vislumbre cambie de letra ymúsica para poder bailar otro compás.

Miguel A. Crespi