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25/04/06
TEMA:
Falta de seguridad en el transporte de larga distancia. Irregularidades y falta de controles a costa de vidas humanas

AUTOR:
MIGUEL A. CRESPI - Tel. 0342-156.984945


Lamentablemente no podemos ni debemos abandonar el abordaje cotidiano de la seguridad vial, al menos hasta tanto no podamos entre todos, revertir estas patéticas cifras que suman víctimas que parecen ajenas pero que en cualquier momento, nos pueden involucrar.

En esta oportunidad me quiero referir a la necesidad de poner en polémica y para que intervengan los más entendidos en la materia en el tema referido a la seguridad con que cuentan los micros de larga distancia actuales, tan de moda y aparentemente tan lindos y cómodos de dos pisos. Al respecto me pregunto, si su estructura tan alta es realmente segura; porque no se usan en otros países; acaso han sido prohibidos en otros lugares por alguna razón en particular; tienen relación las velocidades que desarrollan con su altura; los vientos laterales no influyen en su estabilidad; los radios de giro de nuestras rutas guardan relación con la altura y las velocidades que desarrollan; el lugar extremadamente bajo de conducción guarda relación con su altura; bajo que norma de seguridad se hallan habilitados. Son solo preguntas a las que seguramente podríamos agregar muchas más pero que necesariamente y a la vista de los acontecimientos necesitan respuestas, más que reflexiones.

En el mismo sentido del transporte de larga distancia y a pesar de conocer que se hacen algunos controles que evidentemente no alcanzan o bien no parecen tener la efectividad que se requiere, también surgen preguntas sobre la cantidad de horas que los choferes están conduciendo o permanecen en el coche. Es lógico que una dupla de choferes y solo a modo de ejemplo, salga de la Ciudad de Paraná y sea la misma que arriba a S. C. de Bariloche tras 27 horas de viaje y sin ningún tipo de descanso al cabo de no más de cuatro horas emprendan el regreso con las mismas horas de conducción y/o permanencia sobre la misma unidad; donde quedó la tecnología para controlar esta cuestión; donde están los controles en las cabeceras y en las intermedias para verificar esta severa irregularidad; acaso se cree que un ser humano puede estar pendiente de más de cincuenta pasajeros por más de cincuenta horas continuas de conducción; acaso la percepción de mayores salarios convalida la puesta en juego de vidas humanas. Como en el párrafo anterior, las preguntas serían muchas más, pero basten estas para un llamado al debate sobre estas cuestiones y resulten ser los más idóneos, quienes las respondan eximiendo todo tipo de intereses.

Y mientras los cuestionarios queden pendientes de respuestas serias, intentemos que no se sucedan hechos que incrementen el lamentable número de víctimas que esta sola cuestión produce a lo largo y ancho de nuestro País. Entendamos acabadamente que tenemos la posibilidad, necesidad o placer de viajar, pero el interés de algunos no puede ni debe estar, por sobre nuestra seguridad. En esto nos va la vida.

Miguel A. Crespi
L.E. 6.262.933